28 Jul Respeto a las víctimas en el debate sobre la libertad de expresión
Lo (in) necesario. La periodista Ángela Martialay firma un artículo en el periódico El Mundo del día 5 de julio de los presentes, señalando la condena a una periodista del diario Huelva Información por un delito de revelación de secretos al publicar partes del sumario judicial del asesinato y agresión sexual de Laura Luelmo, detallando información exclusiva sobre, entre otros, el informe de autopsia de la finada.
Al leer el artículo, que, huelga decir, no incluye ninguna referencia a los hechos probados sobre los que se condena a la periodista, no pude dejar de sorprenderme de no identificar a la periodista (no sale su trayectoria, su nombre, sus apellidos) y, por otro lado, no dejé de ver el paralelismo con el tratamiento que se dio en los años 90 a la autopsia de otras tres mujeres, Miriam, Toñi y Desirée, «Las niñas de Alcasser».
Los periodistas, después de hacer crítica sobre el tratamiento sensacionalista por parte de los medios de comunicación sobre la tragedia, defienden nuevamente, veinte años después, que la inclusión de los datos más concretos y extensos de una autopsia de una mujer anónima, con sus derechos al honor y a la propia imagen delegados en sus parientes y familiares, son ejercicio de derecho de expresión y no pueden limitarse.
Las fotos de los cadáveres de las tres menores de aquel crimen, era horrendo y prohibitivo (también llegaron a Sala por revelación de secretos en el año 2012 los que publicaron, presuntamente, las fotografías y documentos de la autopsia (absueltos)), que por medio de fuentes periodísticas se obtengan documentos que forman parte de una investigación judicial y policial en fase de instrucción (personal del Juzgado, de la policía judicial o de las partes, nadie más tiene acceso a la causa), se revelen, se difundan, se recreen con minuciosidad, no puede tener reproches, es un ataque a la libertad de prensa es…es necesario.
Una mujer que ha perdido la vida de la manera más deleznable, sometida su propia autopsia al escrutinio del lector de sucesos, diseccionada por una periodista en su ejercicio profesional de dar la exclusiva, y una familia leyendo lo que desde los operadores juridicos no se les ha revelado (por la integridad de la investigación y la aplicación del principio de «necesidad de saber»). Innecesario.
Cojan los hechos probados de la sentencia, no hay que ser catedrático para entender el motivo de la condena. Y aunque deglutamos serie tras serie de casos, crímenes e historia negra, no nos olvidemos que el respeto a la víctima debe primar a la hora de ser detallistas. Si alguien no entiende esto, acuda a la hemeroteca, busque el periódico del once de marzo de 2004, y vea la fotografía de medio cuerpo humano atrapado entre los hierros a primera plana. Seamos responsables.
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