consejos para quién busca justicia

Consejos para quienes buscan Justicia en los tribunales

Lo común. El Derecho se puede destilar hasta que la esencia cae sobre cada acción humana, categorizándola, haciéndola manejable, separándola en lo acertado y lo erróneo. Si pones cualquier programa de noticias o esperas la sección oportuna del programa de diversión, te toparás con el suceso, el Juez, el Juicio, la detención, la referencia normativa y verás que la última reducción de todo ese preparado es lo que sientes como Justicia. Se clama por ella, se enarbolan los argumentos, se afilan los caracteres de los post en redes y se termina con la sensación de insatisfacción cuando comparas lo real con lo figurado.

La justicia que se imparte en las salas responden a normas tasadas y supuestos concretos. No es ágil, no es directa. Es una máquina formada por profesionales cualificados que actúan sobre reglas. Quien acude buscando una solución a un problema como primera opción, muchas veces maneja el concepto global que se sustenta en el imaginario colectivo, una suerte de Hombre Bueno que va a escuchar a las partes y, con la Verdad prevaleciendo sobre la argucia, resolverá el conflicto y todo volverá a la normalidad. Ese concepto hace que quien recurre como solución en inicio al juzgado, se tope con algo desconocido, algo que no narran los periodistas. La complejidad del sistema judicial no es lo que se nos muestra bote pronto, que sea sencillo presentarse en un Juzgado o una Comisaría no resta la más mínima complejidad a lo que un proceso judicial pone sobre el tablero: el coste personal y económico es elevado, y en no pocas ocasiones supone una experiencia por la que habría sido mejor no transitar.

La realidad de lo ocurrido pasa a segundo plano. Lo que ha ocurrido es lo que se puede probar. Si no se puede probar o las pruebas aportadas no responden a todas las incógnitas que las partes introducen en el procedimiento, arrojará una verdad fáctica diferente a la material.

Siempre he pensado en la analogía del sistema judicial como en un quirófano. Aunque no lo crean, la más mínima denuncia, por un quítame allá esas pajas, es como si no hubiese médico de familia y cada afección, desde un resfriado hasta un tumor, pasara por quirófano (con las largas esperas). Es un mundo intenso, donde la formación de cada ejerciente va a determinar el resultado. Desde el funcionario que deja una personación en un proceso sobre una mesa hasta que otros mil folios la sumergen en un mundo de inexistencia, hasta el abogado que no se ha leído la nueva circular de la Fiscalía o, peor aún, que lleva la causa cogida con pinzas porque su autosuficiencia tiene que suplir su carencia de profesionalidad.

Si se está sopesando una acción que termine en un juzgado, desde la menor contrariedad al mayor de los problemas, intenten asesorarse previamente. Consulten varios profesionales, abogados, psicólogos jurídicos, mediadores, asistentes sociales. Los problemas siempre tienen diferentes perspectivas, las pretensiones que queremos ejercer para conseguir Justicia son multidisciplinares, hay que estudiarlas con detenimiento y complementariedad. Analizando la realidad de los clientes, la realidad completa de sus vidas previas al proceso, durante el proceso y tras el mismo, en la inmensa mayoría un Auto o una Sentencia nunca cubren la globalidad, solo una parte, y a un coste emocional alto (inasumible según los procesos).

Aunque día a día el argumentario general hable, se relacione, describa y se extienda sobre el conflicto, los juicios, las salas y las causas, no se lleve a engaño. Nada de eso es común, no lo normalice como si fuese lo común.

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