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El desafío de las víctimas de violencia de género en el sistema judicial español

La mujer víctima de violencia de genero afronta con desesperanza un proceso judicial que va a determinar su futuro próximo y el de su entorno. No alberga la sensación interna de la Justicia, sólo desea que cuanto está ocurriendo se acabe, recuperar su vida o, peor aún, construirla de cero. Quienes viven la condena de lo irrespetuoso, quienes aprenden una indefensión absoluta donde nada es predecible en pareja, aun respirando, están muertas por violencia de genero. Su género, el femenino singular, el género que describe la modalidad delictiva especializada, el patrón criminógeno del victimario y la respuesta emocional de la víctima. Un género que delimita cómo se inicia la acción y como, sin intervención, termina. No ocurre entre personas del género masculino. No ocurre la interacción completa de ese tipo de violencia en la violencia filio-parental, ocurre cuando se juntan los indicadores que se reproducen en toda la literatura científica que analiza el feminicidio en relaciones de afectividad. 

El numero de victimas de violencia de genero aumenta. Las muertes por violencia de genero en España aumentan. Los datos sobre la violencia de genero en España indican que las políticas criminales aplicadas no son la respuesta más eficaz para la concreción del problema. Cuando se busca entender cuantas mujeres mueren en España por violencia de genero hay que analizar el grueso de medidas de prevención e intervención con las que contamos. Muchas medidas actuales no tienen base criminológica, tiene base ideológica. Detrás de las medidas que protegen a la mujer de este tipo delincuencial complejo, específico, predecible y abordable, hay profesionales altamente cualificados que han desarrollado herramientas de evaluación del riesgo de sufrir violencia, han tejido una red asistencial para los casos de gravedad, han combinado política social y económica para liberar a la víctima de la presión y control económico del victimario, han dado formación y creado especialistas. Y después de todo han malogrado el proyecto, lo han teñido de debate, lo han vapuleado, dictado normas contrarias a la eficaz aplicación inicial que tuvo la Ley (demostrar la conducta machista para, en su lugar, entender que toda acción es machista). Ha sido utilizada por abogados con una deontología ausente para impulsar a sus clientas a las medidas más rápidas y favorecerse de los resquicios legales, de las brechas estructurales.

A consecuencia de ellos, de quienes hacen uso y abuso de una ley (de las primeras) que atajaba un fenómeno criminológico concreto, se introduce la sensación de falsedad en la declaración de la víctima. Cada caso es cuestionable. Se extiende el sentimiento de que hay quien denuncia violencia de genero sin pruebas, lo que provoca que el operador jurídico no afiance la búsqueda de ellas, no recurra a la investigación, conduciendo a la víctima y denunciante al foco de la opinión pública (que no es crítica, es visceral). 

En ese momento la mujer victima de violencia de genero debe escalar durante meses, de vista en vista, de comisaría a cuartel, la cifra negra de las denuncias falsas por violencia de género. Será cuestionada, no quepa la menor duda, y perderá las ganas de continuar a menos que su abogado, su familia, su círculo social y su asistencia psicológica la anime a seguir. Desistirá si no cuenta con un abogado especialista en analizar la causa criminal desde el inicio, un abogado que busque los elementos probatorios y defienda hasta la última instancia la necesidad de incorporarlos al procedimiento. Un penalista y experto en familia que cuente con una visión multidisciplinar para ver todas las líneas jurídicas a explorar.

Una mujer que sienta que su pareja está relacionándose con ella de manera inadecuada y crea que puede estar siendo víctima de violencia (física, psicológica, sexual, económica) debe asesorarse. Son múltiples los organismos públicos y privados. Debe buscar la escucha activa de un profesional. Si su vivencia cumple con los indicadores de la violencia de género, iniciará el camino para poner fin a ello y recuperar la vida pre-pareja. 

Los casos, graves, muy graves (alguno con resultado fatal) que nuestro despacho ha tenido que trabajar, nos han enseñado que la mujer debe tener apoyo psicológico durante el proceso, que la primera llamada que recibimos, como letrados, puede suponer el fin del sufrimiento. Los casos que hemos llevado nos han enseñado que cuando la violencia, en sus múltiples formas, está presente en la vida de la persona, el daño emocional es profundo y sume en una agonía la vida del cliente. Y que la única manera de que las víctimas confíen en la acción de la Justicia y tengan fuerza para avanzar es que la violencia contra la mujer deje de ser cuestionada y cuestionable.

Si al leer este artículo te sientes reflejada, ves algún paralelismo entre lo que has leído y lo que estás viviendo, tú o los tuyos, llámanos, no tengas dudas, contacta con nosotros. Es el primer paso y estaremos para ti en lo que necesites.

Compartimos también el enlace a nuestra encuesta: «¿Puedo ser una mujer víctima de violencia de género?«. Si quieres participar garantizamos en todo momento la privacidad y confidencialidad de tus datos.

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